Las instalaciones, ubicadas en la carretera Burgos número 9, han acogido a sus primeros peregrinos esta semana tras la inauguración del albergue celebrada el pasado fin de semana. Son un total de 43 plazas las que ofrece, junto a un servicio de comedor y, próximamente, también de bar. En total, un establecimiento ubicado en una parcela de 5.000 metros cuadrados, «por lo que las posibilidades que ofrece este entorno son enormes, pensadas para satisfacer las demandas de los visitantes llegados desde diferentes puntos del mundo».

El albergue, que permanece abierto desde las 7:00 horas, ofrece servicio de desayunos, comidas y cenas tempranas, «en horario guiri», remarca la responsable. Además, ofrece habitaciones con baño privado, mientras que otras tienen los aseos compartidos. «Aquí pueden venir grupos o parejas que también buscan cierta intimidad. Hay habitaciones individuales y otras grupales con literas y, por otro lado, también somos un albergue que admite mascotas porque somos conscientes de que cada vez más personas conviven con animales», apunta la responsable.

Ikigai responde a la fórmula japonesa de la felicidad que tanto representa a Beatriz: «Se trata de una filosofía que engloba la pasión, la misión, la profesión y la vocación. Yo he cogido este albergue como mi Ikigai y es por lo que me levanto cada día, con la ilusión de sacar adelante este proyecto para que se convierta en un espacio donde los peregrinos y los viajeros puedan compartir experiencias, conocer gente y disfrutar del entorno riojano y su gastronomía».

Esta trotamundos, con experiencia laboral cruceros y en el sector del enoturismo, además de hablar cinco idiomas, remarca que su propósito es hacer de la estancia de los viajeros toda una experiencia de comodidad y conexión con el territorio. «La gente busca de un albergue que sea algo bonito pero también funcional y cómodo y, sobre todo, que sea un lugar de mucha limpieza. Aquí nos vamos a centrar en atender a todo el público respetando sus culturas y tradiciones», incide.

Entre los usos que baraja para los exteriores de este albergue, más allá de habilitar un espacio de terraza, Beatriz ya tiene elegido el sitio que destinará a su huerto para que así sus huéspedes puedan probar algunos de los manjares hortícolas.

Además, entre las actividades de ocio que Beatriz prepara para sus visitantes no podían faltar las catas de vino. Ikigai ofrece una selección especial de vinos locales para conocer la historia vitivinícola de la zona y los procesos de elaboración. «Es la ocasión perfecta para hacer un alto en el Camino y brindar por la experiencia de vivirlo en esta región», destaca.

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